El sarampión, también conocido como morbilli, rubéola o sarampión rojo, es una infección altamente contagiosa causada por el virus del sarampión. Los signos y síntomas iniciales generalmente incluyen fiebre, a menudo superior a 40 ° C (104.0 ° F), tos, secreción nasal y ojos rojos. Dos o tres días después del comienzo de los síntomas, se pueden formar pequeñas manchas blancas dentro de la boca, conocidas como manchas de Koplik. Una erupción roja y plana que generalmente comienza en la cara y luego se propaga al resto del cuerpo, generalmente comienza de tres a cinco días después del comienzo de los síntomas.Los síntomas generalmente se desarrollan de 10 a 12 días después de la exposición a una persona infectada y duran entre 7 y 10 Las complicaciones ocurren en aproximadamente 30% y pueden incluir diarrea, ceguera, inflamación del cerebro y neumonía, entre otras. La rubéola (sarampión alemán) y la roséola son enfermedades diferentes.
El sarampión es una enfermedad transmitida por el aire que se transmite fácilmente a través de la tos y los estornudos de las personas infectadas. También se puede diseminar a través del contacto con la saliva o las secreciones nasales. Nueve de cada diez personas que no son inmunes y que comparten el espacio vital con una persona infectada lo atraparán. Las personas son infecciosas para otros desde cuatro días antes hasta cuatro días después del comienzo de la erupción. [6] Las personas generalmente solo contraen la enfermedad a lo sumo una vez. El control del virus en casos sospechosos es importante para los esfuerzos de salud pública.
No hay un tratamiento específico para el sarampión. La mayoría de las personas con sarampión sin complicaciones se recuperará con descanso y tratamiento de apoyo.
Los pacientes que se enferman pueden estar desarrollando complicaciones médicas. Algunas personas desarrollarán neumonía como consecuencia de la infección con el virus del sarampión. Otras complicaciones incluyen infecciones del oído, bronquitis (bronquitis viral o bronquitis bacteriana secundaria) e inflamación del cerebro. La inflamación del sarampión por el sarampión tiene una tasa de mortalidad del 15%. Si bien no existe un tratamiento específico para la inflamación del cerebro por sarampión, se requieren antibióticos para la neumonía bacteriana, la sinusitis y la bronquitis que pueden seguir al sarampión.
El resto del tratamiento aborda los síntomas, con ibuprofeno o paracetamol para reducir la fiebre y el dolor y, si es necesario, un medicamento de acción rápida para dilatar las vías respiratorias en caso de tos.
El uso de vitamina A durante el tratamiento es recomendado por la Organización Mundial de la Salud para disminuir el riesgo de ceguera. Una revisión sistemática de los ensayos sobre su uso no encontró una reducción significativa en la mortalidad general, pero redujo la mortalidad en niños menores de dos años.