Sí. La luz del sol es la radiación de energía. Los efectos de esa energía sí impactan a las bacterias, pero de diferentes maneras.
La luz del sol incluye ondas de luz en la región UV. Los rayos UV sí dañan el ADN. Entonces, como mínimo, la célula gastará un poco de energía reparando el daño. En el peor, el daño es tan severo que la célula muere. Esta muerte contrarresta el crecimiento de otras células.
La luz solar tiene ondas de luz en el rango del espectro adecuado para el crecimiento de ciertas especies bacterianas. Un ejemplo es la cianobacteria mencionada por Rene Kessler.
La luz del sol tiene ondas de luz en la región infrarroja. Mínimamente, estas ondas aumentan la temperatura de todo lo que golpean. El aumento de la temperatura del ambiente bacteriano es bueno (si la temperatura está por debajo del rango óptimo) o malo (si la temperatura supera el rango óptimo que puede iniciar la desnaturalización de proteínas). Además, elevar la temperatura aumenta la evaporación. Esta evaporación afecta indirectamente el crecimiento bacteriano al aumentar la concentración de nutrientes (puede aumentar el crecimiento bacteriano) y las toxinas (puede disminuir el crecimiento bacteriano). Por último, la evaporación puede provocar que la desecación desencadene el crecimiento bacteriano.