No estoy seguro de que haya budistas que afirman que la vida es un sueño, pero hay escuelas budistas que afirman que la mente es la realidad suprema, y que, por lo tanto, toda nuestra experiencia es como un sueño.
Pero incluso los maestros budistas que no tienen la visión de que la mente es la realidad última a veces nos enseñan a considerar nuestra vida como un sueño. La razón de esto es para ayudarnos a relajar nuestro control sobre la noción de que el mundo es sólido y real. El Buda enseñó que todo es efímero o fugaz, y que nada tiene un “yo” duradero. Esta es la forma en que pensamos en los sueños (una vez que nos hemos despertado): los vemos como fugaces e intangibles. Pero nuestra vida también es fugaz e intangible, si lo miramos de cerca y honestamente. Momento a momento, no hay diferencia fundamental entre nuestra experiencia de vigilia y nuestra experiencia de soñar.
Si realmente asimilamos esta enseñanza de la semejanza onírica de la vida, entonces podríamos encontrar que consideramos que el mundo es completamente irreal e insustancial. Ahora el péndulo ha oscilado demasiado hacia el otro lado, y necesitamos más enseñanza para ayudarnos a volver al camino del medio.