Históricamente, la Teoría de Miasma se usó para explicar cómo se propagó la infección, antes del descubrimiento del microorganismo.
La idea era que los malos olores, o miasma, eran las fuerzas invisibles que causaban la enfermedad. Esto vino de la correlación que las personas hicieron entre áreas de mal olor (pantanos, alcantarillas) y enfermedades (malaria / “ague”, disentería). Este aire asqueroso a veces se conoce como el aire nocturno.
Por supuesto, esto se amplió, al punto que algunas personas argumentaron que la obesidad era causada por el mal aire.
Como ahora sabemos, son los microorganismos, no los malos olores, los que causan enfermedades infecciosas. Sin embargo, la idea de que el mal olor cause enfermedades condujo a cambios masivos en el saneamiento, lo que sin dudas nos ha beneficiado hasta el día de hoy.
