Me diagnosticaron lo que solía describirse como SIDA en toda regla en 1992. Era un momento en que muchos hombres homosexuales contraían el virus del VIH, y muchos estaban muriendo. Es casi un recuerdo lejano ahora, pero en el momento fue muy aterrador. Varios de mis amigos más cercanos murieron durante la siguiente década. Otros no.
Curiosamente, no creo que haya sido completamente debido a la medicación, ciertamente no al principio. Muchos de los que murieron estaban tomando cursos de tratamiento. Durante muchos años elegí no hacerlo. Tampoco tenía que ver necesariamente con el ejercicio y la nutrición. Algunos, lo sé, que han vivido durante tres décadas con el VIH, no han sido modelos de buena vida. Me encantaría poder ofrecer una homilía sobre redes de apoyo, amigos y familia, actitudes mentales positivas, etc. Una vez lo habría hecho. La verdad, sospecho, es una combinación de algunas de esas cosas y, como para muchas cosas en la vida, pura suerte.