Esta pregunta es más interesante por lo que dice acerca de las mentes humanas que por lo que podría decir sobre las bacterias.
Nos gusta poner las cosas en categorías, y nos gustan las dicotomías. La sensibilidad es una categoría, y estar dentro o fuera de una categoría es una dicotomía. Entonces en cuatro palabras, la pregunta invoca dos de los hacks más favorecidos que nuestras mentes usan para tratar de modelar la realidad.
Pero la realidad, especialmente la realidad biológica, rara vez respeta los límites categóricos limpios. La autoconciencia es una buena definición de la sensibilidad. Los humanos ciertamente lo muestran … excepto cuando estamos dormidos, o nos estamos enfocando en algo más que nosotros mismos. Los perros parecen ser conscientes de sí mismos, a veces se sienten culpables o avergonzados. ¿Qué hay de las hormigas? No hay mucha evidencia de autoconciencia en una sola hormiga, pero como colonia, no solo pueden responder de manera adaptativa a su entorno, sino que pueden planificar y alterar proactivamente su entorno. Eso parece cumplir con una definición operativa de autoconciencia. ¿Y son hormigas individuales para las colonias como las neuronas para los cerebros? Nadie diría que una sola neurona es sensible, pero todos estamos de acuerdo en que los cerebros (al menos nuestros cerebros) sí lo están. ¿Dónde está la diferencia esencial aquí?
Las bacterias también pueden responder de manera adaptable a su entorno de maneras bastante complejas, utilizando varias señales químicas para comunicar información sobre su estado interno y el estado del medio ambiente. Pueden “decidir” crear estructuras complejas como cuerpos fructíferos, y “elegir” para realizar una tarea especializada versus otra.
Sin duda, la conciencia humana es más compleja y desarrollada que la de las bacterias. ¿Pero eso significa que hay (categóricamente) NO sensibilidad en las bacterias? ¿Qué tal una colonia de hormigas? ¿Un perro? ¿Dónde dibujaríamos la línea y cómo la dibujaríamos para que sea absolutamente consistente?
Por mucho que amemos las categorías, y tiendamos a aceptar su realidad de forma acrítica, a menudo oscurecen tanto como se iluminan. Diría que no existe una definición útil de la sensibilidad que las bacterias puedan demostrar que no poseen, al menos en una medida muy pequeña. La respuesta a su pregunta no es dicotómica (sí o no), sino una de grado.