El cáncer no es solo una enfermedad. Es un gran conjunto de enfermedades con variadas características macroscópicas y microscópicas. El tratamiento, por lo tanto, es diferente para diferentes tipos de cáncer. Los tumores malignos que son susceptibles de intervención quirúrgica, es decir, los cánceres que están confinados a una parte u órgano en particular, siempre han tenido tasas de recaída más bajas, en comparación con los cánceres localmente avanzados y metastásicos. Las neoplasias hemotológicas como la leucemia y el linfoma, también, según el tipo y el grado de propagación, son curables. Una vez que el cáncer se propaga a un órgano distante, como el hígado o los pulmones, se puede hacer muy poco en términos de tratamiento.
Con los avances en nuestra comprensión del funcionamiento fundamental de la célula cancerosa, las tasas de supervivencia han mejorado en las últimas décadas. Sin embargo, el cáncer sigue siendo uno de los mayores desafíos científicos en este momento y todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de que el cáncer se convierta en una enfermedad “curable” en todos los sentidos.