Mi (japonesa) abuela de 91 años falleció en marzo de cáncer. No fue informada e incluso el día de su fallecimiento preguntó por qué su tratamiento no estaba teniendo mucho efecto.
Sus médicos le habían explicado desde el principio, en lo que resultó ser el período de cuidados paliativos, que la consideraban el tipo de paciente que se abatiría si le dijeran la verdad. El temor era que no se recuperaría de una depresión posterior. Tal vez tenían razón; su vida fue tan feliz como se podía esperar hasta el final.
En mi propio caso, mi médico de habla inglesa se negó a discutir la posibilidad de cáncer hasta que la biopsia regresara confirmando la etapa 4 del linfoma no Hodgkin. Ese fue un mes muy estresante para mí, ya que en cada visita traté de abrir la discusión sobre la posibilidad de cáncer.
Para el registro, 18 meses de quimioterapia me borraron de esa molestia. 4 años en remisión.