Su ansiedad es una razón muy común por la que las personas nunca tienen hijos, pero su origen probablemente no sea específico de los niños. Hay una gran pregunta inherente a esto, y muchas otras opciones de vida: ¿nuestra capacidad amorosa es más fuerte que nuestra capacidad de odio?
¿De dónde se origina esta pregunta? Melanie Klein (psicoanalista austríaca / inglesa, psicoanalista infantil) propuso que un recién nacido no tiene la experiencia o el desarrollo psicológico para sobrellevar sus experiencias emocionales sin “dividir” mentalmente la fuente de estas experiencias de forma bastante irreal en objetos “buenos” y “malos” . Tomemos como ejemplo la alimentación; le encanta alimentarse del pecho, pero odia no tener el pecho en otros momentos. Ella es incapaz de tolerar la realidad de que estas dos experiencias se relacionan con el mismo seno, porque no puede evaluar el impacto de las destructivas fantasías airadas que pasan por su mente en el caso ausente . Piensa en un bebé en rabieta; ¡Qué imágenes destructivas debe estar imaginando!
Nacemos con una saludable dosis de ‘omnipotencia’ y lleva tiempo (años) reconocer que nuestros pensamientos y fantasías no alteran el mundo real. Para evitar la catástrofe de un pecho “destruido”, el bebé concibe el “pecho bueno” que la alimenta y que ama, y el “pecho malo” que “la envenena” y que ella odia. Esto preserva su sensación de que el pecho sobrevivirá en el futuro, a expensas de crear un objeto mental irreal y hostil.
Nos lleva la mejor parte del resto de nuestras vidas reintegrar estas dos imágenes divididas del mismo objeto, porque para hacerlo tenemos que enfrentar la deprimente comprensión de que deseamos mucho daño a los que amamos, y todos somos , en menor o mayor grado, se fue con la pregunta: “¿es nuestro amor más fuerte que nuestro odio?”
El grado en que esta pregunta nos preocupa depende de tantos factores, pero lo más importante debe ser nuestra nutrición y las capacidades de nuestros cuidadores para asegurarnos que nuestro amor es más fuerte que nuestro odio. Lamentablemente, si nuestros cuidadores no se han tranquilizado a sí mismos, es posible que no puedan transmitir una respuesta segura.
Todo el asunto está íntimamente ligado a nuestra vida de fantasía. El hecho de que usted sienta esta ansiedad tiene poco que decir sobre si sería o no un buen padre. No puede confiar en su ansiedad para informarle con precisión cómo se sentiría si tuviera hijos; ‘traen su propio amor con ellos’. Una mejor forma de resolver esto sería buscar algún tipo de terapia psicodinámica y luego decidir de nuevo.