Un niño recién nacido normal puede dormir hasta 23 horas por día. Esta cantidad de sueño es necesaria en vista de las altas tasas de crecimiento y desarrollo a esa edad.
La cantidad necesaria por día se reduce con bastante rapidez, pero de manera simplista puede mostrarse como una disminución constante desde el final del primer año de vida (alrededor de 16 horas / día) hasta el inicio de la pubertad (8-10 horas / día).
Muchos de los factores que afectan el sueño de forma negativa en las personas mayores (es decir, el estrés, la ingesta imprudente, etc.) están ausentes en el niño, lo que hace que el inicio del sueño sea mucho más fácil.
Si su referencia a una cuna es pertinente, entran en juego factores psicológicos: una cuna es pequeña (= íntima), familiar, y también puede ser rockera (= hipnótica).