Tantas cosas mal con este escenario.
Comencemos con la observación de que asesinar a los jefes de estado es una violación del derecho internacional y contradictorio con la política exterior de los Estados Unidos.
Pero supongamos que los Estados Unidos hubieran intentado asesinarlo. El VIH sería una elección notablemente pobre de agente infeccioso. Las probabilidades de cualquier encuentro sexual individual que transmita el virus a Castro serían mínimas.
Entonces, incluso si se volvió VIH positivo, probablemente tomaría una década o más antes de que se enferme.
Ni eficiente ni inteligente.