Eso es autocontradictorio.
Pero, se resuelve fácilmente por dos hechos simples:
- El cerebro sí duerme; lo que no hace es “desconectarse”. Dormir es un proceso activo, o más exactamente, una colección de procesos. Estos pueden implicar la supresión del movimiento, así como la activación del movimiento. El control no se “pierde” en alguna fuerza más allá de nuestro propio cuerpo, incluso si no estamos despiertos.
- No podemos “perder el control” si no hay nada a lo que “perder el control”. La actividad cerebral que influye en el control corporal está presente durante la vigilia y el sueño. Hay más en algunos movimientos que el cerebro que dice qué hacer, pero supuse que se refería a movimientos generalmente gobernados por esfuerzos conscientes.
Como señaló Magnus Itland mientras escribía esto, existen razones específicas por las cuales el control del movimiento tiende a alterarse durante los períodos de sueño (incluso de forma variable en las “fases” de sueño). Es parte del funcionamiento restaurador y autosuficiente de nuestro cuerpo, a través de varios controles y equilibrios.
Cuando algo está mal o surgen circunstancias especiales, los resultados pueden ser confusos, poner en peligro o poner en peligro la calidad del descanso. Un cerebro que no puede dormir adecuadamente dará como resultado un cuerpo y una mente que no están preparados para el tabaco, y a veces podemos incluso obtener pistas sobre la salud general de una persona mediante la cuantificación de varios aspectos de su sueño (incluida la actividad cerebral).