La sabiduría detrás del estímulo y la defensa de las oraciones matutinas o vespertinas es que, en esos momentos, su entorno y su entorno son más serenos, frescos, calmos y tranquilos, además, su mente es fresca, limpia, menos distraída y más dócil, permitiéndole enfocarse bien en Dios y hacer que sus oraciones sean más eficaces.
Ahora sabe que es usted el que se va a dormir espiritualmente o se ató con asuntos mundanos durante las horas de la tarde después de las 11 a. M. Dios nunca duerme.