Bueno, básicamente, todos los días producimos moco, que actúa como una barrera y filtra las bacterias y otras partículas de polvo y evita que penetren en los pulmones. Cuando desarrollamos frío, esta mucosidad se vuelve más acuosa y viscosa, lo que realmente ayuda a atraer más polvo y microbios que ya están dentro de nuestro cuerpo y trata de expulsarlos cuando estornudamos o tosemos.
Poco a poco, a medida que nos estamos curando, la mucosa no tiene mucho trabajo que hacer, por lo que su contenido de humedad se reduce y la cantidad a la que se produce también disminuye, por lo que se vuelve más grueso y también comienza a secarse.
