Esto es realmente una cuestión de la historia de la fabricación de azúcar. Un molino de azúcar solía ser el lugar donde se prensó la caña de azúcar (o remolacha azucarera) para extraer su savia dulce y se reducía la savia para formar cristales de azúcar. Ese azúcar, de color marrón con muchos tipos diferentes de impurezas, iría a los refinadores que usarían un proceso de varias etapas para disolver el azúcar, filtrarlo, recristalizarlo y repetir todo el proceso varias veces hasta que el azúcar fuera ‘puro’.
Hoy, la caña de azúcar se lleva principalmente a fábricas donde tanto la extracción como la refinación se realizan en un solo lugar, aunque los procesos son esencialmente los mismos.