El cáncer de seno metastatizado a los pulmones (u otros órganos distantes) se considera enfermedad diseminada, también conocida como enfermedad “estadio IV”. Eso significa que la enfermedad ha adquirido la capacidad de abandonar el tumor primario, ingresar al torrente sanguíneo, abandonar los vasos sanguíneos y formar metástasis en otras partes del cuerpo. Además, a pesar de que solo puede haber una metástasis grande que aparece en una tomografía computarizada, la corriente sanguínea contendrá muchas células tumorales, y es probable que ya existan innumerables micrometástasis en otros órganos, que pueden comenzar a crecer en cualquier momento. Esencialmente, generalmente no es un caso de metástasis específica que no se puede resecar, sino más bien un caso de cirugía inútil que hace más daño que bien.
En el caso específico del cáncer de mama, la extirpación quirúrgica de metástasis (en un intento de curar la enfermedad) se intentó varias veces a principios y mediados del siglo XX, pero el efecto sobre la supervivencia fue más o menos universalmente horrible. Sin embargo, hay muchos tratamientos sistémicos disponibles ahora que tienen la posibilidad de reducir la carga de la enfermedad y mejorar tanto la supervivencia como la calidad de vida. Además, las metástasis pulmonares aisladas que causan síntomas generalmente responden muy bien a la radioterapia. Entonces, aunque la resección quirúrgica no es aconsejable, existen muchas otras opciones de tratamiento.