Comience por despertarlo media hora antes de lo habitual por la mañana, o acorte la siesta de la tarde si aún toma uno.
Luego, cree una rutina para acostarse que comienza una hora completa antes de que desee que el niño se acueste.
Primero, un bocadillo, ligero y saludable.
Luego dientes, baño, pijamas.
Durante la última media hora antes de que se apague, conviértalo en un momento muy personal con su hijo. Leer, abrazar, hablar, cantar. Sin TV o juegos. Solo tú y él.
Haga un último viaje al baño.
Métalo y dígale que espera que mienta en silencio y piense en las cosas divertidas que quiere hacer mañana, pero que no se levante de la cama.
Eso va a durar unos dos minutos, como máximo. Primero.
Si no obtiene un refuerzo positivo cuando se levante, pronto decidirá que no vale la pena.
No tienes que regañar o castigar. Básicamente ignóralo, excepto para llevarlo de regreso a su cama. Veinte veces si es necesario. No vacilar ‘Volver a la cama’ es todo lo que consigue.
Tomará algunas noches. Perseverar.