Haga una cita con su médico de atención primaria, si tiene uno. Si no lo hace, considere acudir a un Servicio de Urgencias y hablar con alguien allí (aunque es probable que lo deriven a otro lugar).
También debe hablar con un consejero calificado. Si está empleado, comience con el Programa de Asistencia al Empleado (EAP) de su empleador, que lo puede derivar a alguien adecuado, a menudo por muy poco dinero (para una cierta cantidad de sesiones). Si pertenece a una iglesia, también puede buscar asesoramiento de su sacerdote o pastor.