La glucosa es la principal fuente de energía utilizada por todas y cada una de las células de nuestro cuerpo.
El cerebro, al ser el órgano que más demanda energía, y también es muy rico en células nerviosas o neuronas, utiliza hasta la mitad de la energía en forma de azúcar corporal en el cuerpo.
Al igual que cualquier otro alimento, cuando consumimos azúcar, los receptores de sabor de nuestras lenguas se activan.
El azúcar afecta al cerebro como las drogas. Para comprender los efectos de un medicamento en el cerebro, primero debemos familiarizarnos con un término llamado vía de recompensa.
Neostartium, una nueva área en el cerebro se asocia con el sistema de recompensa del cerebro. El área tegmental ventral es la región en el centro del cerebro donde comienza la ruta de recompensa. Aquí, la hormona dopamina, que es responsable de hacerte sentir bien y dar una sensación de placer, es liberada por neuronas especiales.
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Si recuerda algo que lo hizo sentir bien, por ejemplo, tome un ejemplo de comer una pizza cargada de queso, entonces será más probable que lo vuelva a comer.
Si comes una pizza de queso la próxima vez, sentirás esa sensación de placer otra vez y fortalecerá más las conexiones de caminos gratificantes e inducirá a la conducta gratificante (tomar una porción de pizza de queso, masticarla y tragarla) para Vuelve a pasar.
Repetir ese comportamiento placentero puede ser perjudicial.
Tomemos un ejemplo de drogas adictivas. Cuando se toma, activa la vía de recompensa y esas neuronas especiales aumentarán de nuevo la cantidad de dopamina en el área.
El cerebro compensa el efecto al reducir el número de células responsables de responder a la dopamina, por lo que la próxima vez que se consuma la droga, los efectos no serán tan potentes.
Pero dado que las vías de recompensa se activan, hace que la persona consuma más drogas para obtener el mismo nivel que se sintió la última vez y, por lo tanto, se convierte en un ciclo sin fin.
El azúcar afecta al cerebro como las drogas. El consumo de azúcar da una buena sensación y si comenzamos a responder a la necesidad de azúcar del cerebro, la vía de recompensa se vuelve tolerante a esta sensación. Necesitamos consumir más azúcar para tener la misma sensación.
Esto sobreactiva la vía de recompensa que nos hace perder el control y aumenta los antojos.